miércoles, 29 de abril de 2015

Mejor que los sacrificios

  Dios dijo al rey Saúl, "Ve, pues y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene" (1 Samuel 15:3). Cuando Saúl regresó de la campaña dijo al profeta Samuel, "Yo he cumplido la palabra de Jehová. Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos. Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos... y Samuel le dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios" (1 Samuel 15:13-15, 22).
Dios dijo, "Yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne" y dijo a Noé: "Hazte un arca de madera de gofer" y le dijo exactamente cómo construir el arca, "Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó" (Génesis 65:14-22). "Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase" (Hebreos 11:6). Dios mandó y Noé le obedeció.
"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré... Y se fue Abram, como Jehová le dijo" (Génesis 12:1-4). Dios mandó y Abram le obedeció.
El capítulo seis del libro de Josué informa de un evento muy interesante. Dios mandó al pueblo de Israel que rodearan la ciudad de Jericó cada día por seis días "Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá" (Josué 6:3-5). ¿Qué tenía que ver esta acción con la toma de Jericó? La obediencia. Dios hace grandes cosas, pero requiere la obediencia del pueblo.
Por la boca del profeta Eliseo Dios dijo a Naamán (que estaba afligido con la lepra): "Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra". Entonces sus criados le persuadieron a que obedeciera. "El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios, y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio". (2 Reyes 5:10-14). Al principio él no quería obedecer y quería sustituir el mandamiento de Dios, pero si hubiera salido sin obedecer la palabra de Dios hubiera salido todavía leproso. ¿Le sanó el agua del río Jordán? Le sanó la obediencia a Dios.
"El que crea y sea bautizado será salvo" (Marcos 16:16); "Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38). ¿Nos salva el agua? Nos salva la obediencia. La obediencia es mejor que los sacrificios. "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7:21). 

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