lunes, 10 de marzo de 2014

Curso Básico De La Biblia

LECCIÓN 2
EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO 
Al tomar la Biblia en sus manos, notará usted que hay una página en blanco cuando se llega aproximadamente a las dos terceras partes de la misma. Esa página en blanco está puesta al final de lo que comúnmente se llama Antiguo Testamento, e inmediatamente antes de lo que se denomina Nuevo Testamento.
Las dos divisiones principales de la Biblia son importantes. Es necesario que comprenda usted totalmente el significado de las dos divisiones, antes de que usted pueda comprender su Biblia.
El Antiguo Testamento contiene la ley de Dios para el pueblo judío. Nunca se destinó para ser guardada por los gentiles, o sea, todos los que no fueran judíos. El Antiguo Testamento da el relato detallado de la forma en que Dios trató al hombre, y después al pueblo judío. El Nuevo Testamento relata la ley de Dios, tanto para los judíos como para los gentiles, a partir de la muerte de Jesús en la cruz. Es de vital importancia comprender que la ley que rige a los gentiles está contenida en el Nuevo Testamento, no en el Antiguo.
A continuación se dan tres razones por las cuales no podemos recurrir al Antiguo Testamento para saber cuál es la ley de Dios para nosotros.
(1) El Antiguo Testamento contiene la ley de Dios para los judíos. Nosotros nunca hemos estado bajo esa ley. (Leer Éxodo, capítulos 19 y 20). No es posible infringir la ley de Moisés, como no nos es posible ir contra la ley de China, por ejemplo. No estamos, ni nunca estuvimos, regidos por ella.
(2) El Antiguo Testamento nunca contuvo un plan de salvación, ni siquiera para los judíos. Cuando mucho, lo que ellos podían lograr con sus sacrificios era retrasar por un tiempo el castigo de sus transgresiones. Los sacrificios de animales por ellos efectuados no podían librarlos del pecado.
(3) No estamos bajo la ley del Antiguo Testamento, porque Jesús le quitó el poder a la ley de Moisés con su muerte. "En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre" (Hebreos 10.10).
El Antiguo Testamento tiene cinco divisiones naturales:
(1) Los libros de la ley: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
(2) Los libros históricos: Josué, Jueces, Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías y Éster.
(3) Los libros poéticos: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares de Salomón.
(4) Los profetas mayores: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel.
(5) Los profetas menores, o sea los últimos 12 libros: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. (Los libros de los "profetas menores" no son de menos importancia, solamente son libros más breve que los de los profetas mayores.)
Lucas nos da un arreglo ligeramente distinto, haciendo únicamente tres divisiones: La Ley, los Profetas y los Salmos. Ver Lucas 24.44.
La primera división, el Pentateuco, como se le llama comúnmente, se acepta generalmente como obra de Moisés. En esta división, encontramos la historia de la creación, la caída del hombre, el diluvio, el llamamiento de Abraham, el nacimiento de Isaac y de Jacob, la historia de José, la jornada hasta Egipto, la servidumbre, el éxodo, la institución de la ley y la peregrinación del pueblo de Israel en el desierto.
Durante la primera parte de este período - desde la creación hasta la ley dada en el monte Sinaí - no hubo ley escrita. Cada jefe de familia era también el sacerdote o patriarca de la tribu que dirigía la adoración. Esto dio lugar a la expresión: "Dispensación patriarcal".
Los judíos recibieron una ley especial - registrada en Éxodo 20, la cual fue agregada para controlar la transgresión (Gálatas 3.19). Pero esta ley fue dada para los judíos únicamente. Aparte de los judíos, ninguna otra gente tenía parte alguna en ella. Esta ley escrita se dio para cumplir la promesa de Dios a Abraham de que haría de su simiente una poderosa nación (Génesis 22.17). Mediante la observancia de la ley de Moisés, los israelitas llegaron en verdad a ser una gran nación.
La segunda división, los libros de historia, dan una breve historia de la nación judía. Después de entrar a Canaán, los israelitas habitaron la tierra gobernados por jueces o dirigentes que se levantaron para enfrentarse a cada una de las crisis de la historia de Israel. Más tarde, el pueblo "deseó ser igual a sus vecinos" y pidió un rey. Dios les dio un rey en la persona de Saúl. A este rey lo siguió David, y David fue sucedido en el trono por su hijo Salomón. Luego el reino se dividió en dos partes: El Reino del Norte y el Reino del Sur. El del norte se llamó Israel, y el del sur se llamó Judá. Después de algunos períodos relativamente cortos de historia, Israel fue conquistado por Asiria, y Judá por Babilonia. Los israelitas fueron dispersados entre otras naciones y su identidad parecía perdida para siempre. Los habitantes de Judá fueron llevados a Babilonia, donde estuvieron bajo esclavitud durante 70 años. Al término de ese período, un remanente de la nación, bajo la dirección de Nehemías, regresó para reconstruir las murallas de Jerusalén. Esto ocurrió cerca de 450 años antes de Cristo.
Los libros poéticos son simplemente los himnos de alabanza y devoción y los poemas épicos de los judíos. Debido a la traducción del texto a nuestra lengua se ha perdido mucho de su forma poética original, pero aún conserva para nosotros un tesoro de bellos sentimientos y poderosas expresiones.
Las cuarta y quinta divisiones, los profetas mayores y los profetas menores, dan la predicación, la voz de alerta, y las observaciones de los siervos de Dios que vivían entre su gente, en diferentes períodos de su historia, tan llena de eventos. A través de las obras de los profetas, Dios nos da una completa y perfecta descripción de la venida del Mesías, y de lo que él significaría para el mundo.
El Nuevo Testamento tiene cuatro divisiones naturales. Ellas son:
(1) Los Evangelios: Mateo, Marcos y Lucas (los evangelios sinópticos) y el Evangelio de Juan.
(2) La historia del principio de la iglesia: Los Hechos de los Apóstoles.
(3) Las Epístolas, desde Romanos hasta Judas.
(4): Profecía, el Apocalipsis o revelación.
Los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan principian, en términos generales, con un relato de los eventos que rodearon el nacimiento de Cristo. Constituyen cuatro relatos paralelos escritos por cuatro hombres diferentes, acerca de la vida de Cristo. Estas biografías de nuestro Señor tienen puntos peculiares en cada una de ellas, pero en los puntos en que coinciden, están en perfecta armonía. Los hechos del Evangelio son dados en esta división del Nuevo Testamento. Se presenta suficiente material y pruebas para hacer que cualquier lector honrado crea que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Si una persona no cree en Jesús, ésta es la división del Nuevo Testamento que debe estudiar.
El libro de los Hechos es un libro de historia. Jesús dio la gran comisión a sus apóstoles. Les dijo: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado" (Marcos 16.15,16). Casi acabando de decirles estas palabras, se separó de ellos. Al abrir el libro de los Hechos, vemos a los apóstoles reunidos en Jerusalén, donde Jesús les había dicho que esperaran hasta que recibieran poder de lo alto. El poder del Espíritu Santo vino el día de Pentecostés. Entonces, los apóstoles salieron, porque el Señor les había dicho que fueran a hacer discípulos a todas las naciones.
Lucas fue con ellos. El escribió un diario de lo que hicieron, y de cómo lo hicieron. Cuando conseguían un nuevo discípulo, él lo apuntaba en su diario, diciendo cómo lo habían convertido.
En la actualidad, cuando alguien quiera hacer discípulos para Cristo, debe acudir al libro de los Hechos y ver exactamente en qué forma se hace. Se nos informa de al menos ocho distintos casos en que se hicieron discípulos por los apóstoles. Estos relatos se encuentran en Hechos 2.38; 8.35-38; 8.12; 10.48; 16.14-15; 16.31-34; 18.8 y 9.18.
Después a continuación de esta historia del principio de la iglesia, tenemos 21 cartas escritas a iglesias e individuos que se habían hechos cristianos. Estas cartas eran escritas para instruirlos en cómo vivir la vida cristiana; cómo adorar en forma aceptable a Dios; y para animarlos a enfrentarse a las luchas del cristianismo en el primer siglo de su historia.
Finalmente, el último libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis, hace una descripción del cielo, y el cristiano puede mirar las puertas de perlas que están abiertas en la ciudad celestial, y los redimidos de todas las edades, acercándose a su hogar final.

PRUEBA DE LA LECCIÓN 2
Pregunta Número:
1. Hay dos divisiones principales en la Biblia, el Antiguo y el Nuevo Testamento. ¿Sí? ¿No?
2. El Antiguo Testamento tiene cinco divisiones principales. ¿Sí? ¿No?
3. El Nuevo Testamento tiene tres divisiones principales. ¿Si? ¿No?
4. El Antiguo Testamento contiene la ley de Dios para los judíos. ¿Sí? ¿No?
5. La nación de Judá fue capturada por Asiria. ¿Sí? ¿No?
6. A continuación del reinado de Salomón el reino se dividió en dos reinos: el del Norte (Israel) y el del Sur (Judá). ¿Sí? ¿No?
7. Los Evangelios sirven para llegar a tener fe en que Jesucristo es el Hijo de Dios. ¿Sí? ¿No?
8. Para aprender a hacer discípulos uno puede acudir al libro de Hechos. ¿Sí? ¿No?
9. El principio de la iglesia está relatado en los Hechos. ¿Sí? ¿No?
10. ¿En qué día recibieron poder por lo alto para llevar adelante la Gran Comisión?
11. ¿En qué libro están anotados los ocho casos detallados de conversiones?

12. ¿En qué libro dice la Biblia: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado"?

0 comentarios:

Publicar un comentario