lunes, 10 de marzo de 2014

Curso Basico De La Biblia

LECCIÓN 16

LA RESTAURACIÓN

La iglesia fue establecida en el primer Pentecostés después de la resurrección de Cristo. Durante un tiempo la iglesia tuvo un crecimiento extraordinario. El cristianismo se extendió a todos los rincones del mundo, entonces conocido e influyó sobre el pensamiento de la gente en el primer siglo. Sin embargo, los apóstoles y otros escritores inspirados del Nuevo Testamento hablaron a los discípulos, que la iglesia apostataría y caería de la verdad, llegando a ser tan corrompida que ya no podría ser reconocida como la iglesia que Jesús edificó. El consejo de Dios es inmutable y estas cosas sucedieron así. La historia secular nos habla del desarrollo de una jerarquía eclesiástica que destruyó toda apariencia de espiritualidad en la iglesia. De hecho, la iglesia apóstata llegó a ser tan corrompida, que literalmente vendía el derecho de pecar, con objeto de reunir dinero para reconstruir la catedral de San Pedro.
Esta evidente violación de las enseñanzas del Nuevo Testamento y otros pecados de parte de los dirigentes religiosos, impulsó a Martín Lutero y a sus contemporáneos a pronunciarse en contra de esta acción pecaminosa de la iglesia. La intención de Martín Lutero y sus seguidores fue reformar la iglesia apóstata convirtiéndola en lo que una vez había sido: la verdadera iglesia de Cristo. Pero la iglesia apóstata siguió siendo en el mundo tan corrompida como siempre lo había sido. Con todo su valor, celo, buena disposición, y nobles intenciones, los reformadores no pudieron sino dar vida a las condiciones sectarias y denominacionales que ahora se multiplican por el mundo.
Durante el siglo XIX, un grupo de personas temerosas de Dios, al revisar la historia religiosa del mundo, se espantaron al descubrir la información que ha sido brevemente bosquejada aquí. Estas personas se encontraban afiliadas a instituciones denominacionales de varias clases, sosteniendo ellos mismos sus organizaciones sectarias; sin embargo, ellos decidieron renunciar a todas las ordenanzas humanas y salir del denominacionalismo con el objeto de restaurar para el mundo el cristianismo del Nuevo Testamento, original y apostólico. Con gran valor se impusieron la tremenda tarea de conseguir este objetivo, sabiendo que si tenían éxito en volver el mundo hacia el cristianismo prístino, podrían ofrecer a cada persona sincera una oportunidad para unirse con otras personas sinceras de disposición religiosa con aspiraciones comunes. Resolvieron rechazar y repudiar los credos humanos, manuales, catecismos y disciplinas; liberarse de los dictados de sínodos, conferencias y concilios; y regresar a la Biblia y solamente a la Biblia. Determinaron estudiar sus Biblias con sumo cuidado y hacer exactamente lo que la Biblia ordenaba, exactamente en la misma dirección que marca la Biblia. De esta manera ellos pensaron que podían restaurar para el mundo la iglesia que Jesús edificó.
La base para esta idea de restauración se encuentra en las Escrituras. En su famosa y hermosa parábola del sembrador, Jesús dijo: "Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios" (Lucas 8.11). En la parábola del sembrador, nuestro Maestro habló de cómo su reino, la iglesia, crecería en los corazones buenos y honestos. En esta interpretación inspirada de su parábola, Jesús declara que la simiente del reino es la palabra de Dios. Es una ley irrevocable de la naturaleza que una semilla produzca frutos de su propio género. La palabra de Dios es la simiente del reino de Dios. Cuando la palabra no adulterada se planta en corazones honestos y buenos, el reino de los cielos, o sea la iglesia de Cristo, será el resultado: No más, no menos.
Una simple ilustración de esta profunda verdad la vemos todos los días en las obras de la naturaleza. Si en el año 33 D.C. un hombre hubiera sembrado una semilla de durazno, ésta habría crecido y se habría convertido en un árbol de durazno; si él plantara esta semilla en el campo hoy, y la rodeara de cuidados, la semilla germinaría y no produciría sino un árbol de durazno. No sería necesario para este hombre tener una sucesión de árboles de durazno a través de cada generación. Solamente sería necesario para él tener la semilla del durazno original. Esta misma cosa es verdad en cuanto a la iglesia. Cuando nosotros plantamos la misma semilla que plantaron los apóstoles, solamente brotará la misma institución que había en tiempo de los apóstoles. No es necesario para nosotros probar una sucesión de la iglesia de Cristo original. La única cosa realmente necesaria es estar seguros de que poseemos la semilla original. Este es el argumento de la Restauración. Prestemos atención a la admonición y aviso del apóstol Pedro, que escribió: "Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén" (1 Pedro 4.11).
Hablemos donde la Biblia habla y callemos donde la Biblia calla. Llamemos a las cosas bíblicas con sus nombres bíblicos y hagamos todas la cosas de una manera bíblica. No es difícil ver que ningún hombre estaría ansioso de dejar un nombre humano, un credo humano y una organización humana, para aceptar otro nombre humano, otro credo humano y otra organización humana. Pero es en extremo difícil ver cómo cualquier hombre se podría resistir a dejar las cosas de origen humano con el objeto de buscar un nombre divinamente aprobado, ser dirigido por un libro divinamente inspirado e infalible y ser parte de la iglesia por la cual nuestro Maestro murió. Las ideas del modernismo; infidelidad y ateísmo con todas sus sombras se abaten sobre la dividida condición de la cristiandad. Cada persona que no se encuentre decepcionada y es verdaderamente un discípulo de Jesús, querrá ser unida con otros discípulos sinceros de Jesús. De hecho, el Nuevo Testamento nos ordena con un lenguaje inequívoco estar perfectamente unidos.
Pablo escribió: "Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer" (1 Corintios 1.10). Jesús oró: "Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mi por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste" (Juan 17.20-21). Pablo ordenó: "Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos y en todos" (Efesios 4.1-6).
Podrían multiplicarse las citas para mostrar que éstas son una verdad sin disputa, y que una de las doctrinas más enfáticas del Nuevo Testamento es que los discípulos de Jesús deberían gozar de una unidad perfecta, completa y orgánica. El único camino en que esto puede ser obtenido por nosotros es permanecer firmemente apegados a la palabra inalterable e inmutable de la verdad eterna de Dios. Si nosotros queremos despojarnos de toda práctica que no tenga bases más altas que la autoridad divina; si nosotros queremos dejar nuestros nombres humanos y nuestra organización humana para aceptar el nombre divinamente aprobado, y seguir el camino divinamente aprobado, entonces todos seremos una misma cosa religiosamente hablando. Seamos cristianos y únicamente cristianos: únicamente esto y nada más. Sigamos la Biblia y únicamente la Biblia; seamos miembros de la iglesia por la cual nuestro Maestro murió. "Saludaos los unos a los otros con ósculo santo. Os saludan todas las iglesias de Cristo"(Romanos 16.16).

PRUEBA DE LA LECCIÓN 16

Pregunta Número:
1. La iglesia fue establecida el primer Pentecostés después de la resurrección de Cristo. ¿Sí? ¿No?
2. La intención de Martín Lutero y sus seguidores fue reformar la iglesia apóstata convirtiéndola en lo que una vez había sido: la verdadera iglesia de Cristo. ¿Sí? ¿No?
3. En la parábola del sembrador, Jesús dijo "Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios". Lucas 8, ¿versículo no.?
4. Cuando la palabra no adulterada se planta en corazones honestos y buenos, el reino de los cielos, o sea la iglesia de Cristo, será el resultado. ¿Sí? ¿No?
5. "Hablemos donde la Biblia habla y callemos donde la Biblia calla. Llamemos a las cosas bíblicas con sus nombres bíblicos y hagamos todas las cosas de una manera bíblica" es el argumento de la restauración. ¿Sí? ¿No?
6. El Nuevo Testamento nos ordena estar perfectamente unidos en 1 Cor. 1, ¿versículo no.?
7. Jesús oró que todo aquel que en él creyera debería ser unidos. ¿Sí? ¿No?
8. En Efesios 4.1-6, ¿cuántos cuerpos hay, cuántos Señores hay, cuántos bautismos hay y cuántos Espíritus hay?
9. Durante el siglo XIX, un grupo de personas temerosas de Dios, que se encontraban afiliadas a instituciones denominacionales de varias clases, decidieron restaurar el cristianismo del Nuevo Testamento. ¿Sí? ¿No?
10. En cumplimiento de esta restauración es necesario estudiar la Biblia cuidadosamente y hacer exactamente lo que dicen los mandamientos bíblicos. ¿Sí? ¿No?
11. "Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése si tiene al Padre y al Hijo". 2 Juan ¿versículo no.?

12. "Así que la fe es por el oir, y el oir, por la palabra de Dios". Romanos 10, ¿versículo no.?

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