Escrituras: : Hechos 3:1-10
Propósito: 1.
Mostrar que una de las necesidades más grandes de las gentes es el de
obedecer y continuar siendo fieles a Jesucristo. 2.
Mostrar que lo más importantes no es el tener dinero para ayudar a
otros, sino el saber como enseñarles acerca de Jesús.
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Hechos Bíblicos:
Después de que Pedro había predicado su primer
discurso o sermón en el día de Pentecostés, los apóstoles y discípulos se
encontraban muy ocupados. Había mucho
que hacer. Mucha gente aun necesitaba
oír las enseñanzas acerca de Jesús y muchos otros querían ser bautizados y
añadidos a la iglesia del Señor. Los
apóstoles realizaron muchos milagros para convencer a la gente que lo que ellos
enseñaban era parte de Dios. Todos los
cristianos eran muy dadivosos, y mostraban su generosidad de muchas
maneras. Vendieron sus posesiones y
dieron el dinero y alimento a aquéllos que lo necesitaban (Hch. 2:45).
Hechos 4:36-37 nos dice que Bernabé tenía una
propiedad la cual vendió, luego con el dinero que recibió fué a los apóstoles y
se los dió para que lo utilizaran. Así pues
vemos que los apóstoles tuvieron la oportunidad de hacerse ricos pero no se
hicieron.
Un día Pedro y Juan subían hacia el templo a
la hora de la oración cuando vieron a un hombre cojo como limosnero a la puerta
del templo. Pedro le dijo: “...Míranos” (Hch. 3:4). El cojo les miró, creyendo que recibiría algo
de ellos. Pero Pedro, como no tenía
dinero, le dijo: “...No tengo plata ni
oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate
y anda” (Hch. 3:6).
Pedro nos enseña una lección. Pues él solamente seguía el ejemplo que había
aprendido de Jesús. O sea que aun cuando
Jesús tenía compasión por las miserias físicas.
La razón por la que sanaba a las gentes era para poder enseñarles que él
era el Hijo de Dios, el Salvador (Jn. 20:30-31).
Así nosotros debemos tener dos razones al
ayudar a la gente. La primera y más
importante, es para poder enseñarles acerca de Jesús. La segunda porque, siendo gente de Dios, tenemos
el deseo de ayudar. (Jn. 20:30-31; Gá.
6:7-10; Stg. 1:27).
Aplicación:
Aun cuando los apóstoles no tenían mucho
dinero, podían hacer muchas cosas para ayudar a otros. Dios les había dado el poder especial de
sanar a los enfermos, curar a los lisiados, y resucitar a los muertos. En la lección de hoy Pedro sanó al cojo.
En la actualidad no tenemos ningún poder
especial, ni tampoco mucho dinero, sin embargo hay muchas cosas que podemos
hacer para ayudar a otros. Y la más
importante de todas es enseñar a nuestros semejantes a amar y a obedecer a
Jesucristo.
Ilustración:
Un día
Gilberto caminaba por una de las calles de las afueras del pueblo, cuando se
encontró con un hombre que llevaba una carreta llena de jarros y vasijas de
barro a vender al mercado. El hombre se
había detenido porque una de las ruedas de su carreta se había atorado en un
hoyo del camino. La carreta estaba muy
pesada y no la podía el mover solo y por tanto no la podía sacar del hoyo. Gilberto, recordando una de sus lecciones de
la Biblia, se detuvo a ayudarle, y pronto pudieron sacar la rueda y poner la
carreta lista para seguir su camino.
Y mientras caminaban a la orilla del camino,
Gilberto le habló al hombre acerca de Jesús.
Moral de la lección:
Hagamos
a otros tal y como queramos que ellos nos hagan a nosotros.
Versículo para memorizar:
“...No
tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de
Nazaret, levántate y anda.”
--Hechos
3:6
Preguntas:
1. ¿A dónde iban Juan y Pedro cuando vieron al
cojo? Hch. 3:1
2. ¿Por cuánto tiempo había estado cojo el
limosnero? Hch. 3:2
3. ¿Por qué llevaban el cojo a la puerta del
templo? Hch. 3:2-3
4. ¿Qué era lo que esperaba el cojo que Pedro y
Juan le dieran? Hch. 3:5-6
5. ¿Qué le dieron? Hch. 3:6
6. ¿A quién le otorgó Pedro el crédito por haber
sanado al cojo? Hch. 3:6
7. ¿Cómo mostró el cojo su gratitud después de
haber sido sanado? Hch. 3:8
¿Cómo
respondió toda la gente cuando vieron lo que le había sucedido al hombre
cojo? Hch. 3:10-11
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