LECCIÓN 9
LOS PRIMEROS CRISTIANOS
En esta lección
estudiaremos acerca de los primeros hombres convertidos a la religión de
Jesucristo. En el segundo capitulo del libro de Hechos de los Apóstoles tenemos
un relato del sermón presentado por el apóstol Pedro, la primera vez en que el
evangelio fue predicado. El evangelio (buenas nuevas) había sido predicado
antes proféticamente durante la dispensación mosaica por los hombres que habían
profetizado la venida del Mesías. Había sido predicado en principio, durante la
existencia de Juan el Bautista y durante el ministerio de Jesús. Pero ahora,
por vez primera, el Evangelio era predicado como una realidad entre los
hombres. Fue ofrecida la oportunidad a todos los que lo oían para convertirse
en miembros de la iglesia que Jesús edificó; para recibir la remisión de sus
pecados y la paz de Dios que sobrepuja todo entendimiento.
Se recomienda al
estudiante leer el segundo capitulo del libro de los Hechos al estudiar esta
lección.
En los primeros
cuatro versículos del capitulo dos de Hechos se nos dice cómo Cristo,
ejecutando su primer acto administrativo como Rey de reyes y Señor de señores,
envió sobre los apóstoles el poder del Espíritu Santo. Durante su vida, Jesús
había prometido enviar este poder, algunas veces llamado el
"Consolador", a los apóstoles, y había dicho: "Y yo rogaré al Padre y El os dará otro Consolador..."(Juan 14.16-17). En la misma conversación también había dicho: "Pero cuando venga el Consolador..."(Juan 15.26). "Empero cuando
venga el Espíritu de verdad..." (Juan 16.13).
Bajo el influjo de
este poder de lo alto, los apóstoles fueron guiados a toda la verdad y
autorizados para predicar a los hombres los términos del convenio de Dios con
los hombres. Este poder vino con una gran demostración que atrajo la atención
de la multitud que se encontraba en Jerusalén, la cual vino al lugar en que se
hallaban los apóstoles. Toda la multitud estaba atónita y maravillada debido a
que aquellos hombres de Galilea, a quienes ellos consideraban ignorantes y sin
ilustración, podían hacer aquella sobresaliente demostración, y porque cuando
los apóstoles hablaban cada hombre oía y entendía en su propia lengua, aunque
la multitud presente pertenecía a unas diecisiete provincias diferentes.
Algunos hombres
insensatos del pueblo, que se juntaron para contemplar señal tan maravillosa,
acusaron a los apóstoles de estar borrachos. Pedro se levantó con los once,
atrajo la atención de la multitud, y negó aquel cargo infundado.
Entonces predicó un
sermón dirigido a concentrar el pensamiento del pueblo, para convencerlo de que
Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios, el Mesías de la historia del Antiguo
Testamento y la única esperanza para el hombre caído y pecador. Pedro empezó su
sermón recordando al pueblo una declaración hecha por el profeta Joel, indicando
que el advenimiento del Espíritu Santo en esa ocasión era el cumplimiento de lo
que había dicho el profeta. Pedro hizo enseguida una referencia a Cristo,
recordando a la multitud los milagros, señales y maravillas que Dios hizo por
medio de Cristo entre el pueblo, y de cómo había sido entregado en manos impías
para ser crucificado. Pedro declaró asimismo, que Dios había levantado a Jesús
de entre los muertos, por cuanto era imposible que fuera vencido por la muerte,
y recordó como David, hablando del Señor, había dicho: "Veía al Señor siempre delante de mí; porque está a mi
diestra" (Hechos 2.25). Con esta
profecía Pedro probó que esta afirmación se refería a Cristo y no a David, como
el pueblo y sus maestros habían creído erróneamente. En efecto, dijo Pedro,
David murió; fue sepultado en Jerusalén y su tumba está con nosotros hasta el
día de hoy. Por lo mismo, su cuerpo si vio corrupción. No se levantó de los
muertos. La profecía, por lo tanto, no podía referirse a David. Pedro dijo
tocante a David: "Pero siendo profeta,
y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en
cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono" (Hechos 2.30).
Cuando la lógica del
inspirado Pedro los forzó a ver que esta profecía hacia referencia a alguien
distinto a David; y cuando Pedro declaró que Dios había levantado a Jesús de
los muertos, siendo los apóstoles testigos de su resurrección, como podía
probarse por las manifestaciones sobresalientes del advenimiento del Espíritu Santo,
el pueblo fue impulsado a creer que Jesús era el Mesías. Lo irrefutable de
estas pruebas conducían a la conclusión irrebatible de que Jesús era el Hijo de
Dios y que él se había levantado de los muertos. Continuando con este
argumento, Pedro hizo una segunda referencia a una profecía de David, diciendo: "Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo
el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por
estrado de tus pies" (Hechos 2.34-35). De
nuevo, esto no se refería a David porque él no había subido a los cielos. Por
lo tanto, debía referirse a otro; ese otro era Cristo.
Pedro ordenó: "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a
este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo" (Hechos 2.36). Conocer una cosa con seguridad nos lleva a creerla
con entera confianza. Por lo tanto, el apóstol Pedro ordenó al pueblo creer
completamente que Jesús era Señor y Cristo. El pueblo creyó, como se demuestra
por la siguiente expresión: "Se
compungieron de corazón". Habiendo rechazado las
bendiciones de la misericordia divina al rechazar a Jesús, estando convencidos
ahora de que él era todo lo que había proclamado ser, y siendo abrumados por la
enormidad de sus culpas, preguntaron: "Varones hermanos,
¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en
el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo" (Hechos 2.37-38).
LOS PENITENTES
CREYENTES bautizados continuaron con los apóstoles aprendiendo más de la
nueva religión, teniendo comunión los unos con los otros, y observando los
actos de adoración. Los apóstoles hicieron muchas maravillas y señales que
sirvieron para confirmar el mensaje que predicaban; todos los creyentes estaban
juntos y perfectamente unidos por el amor de unos para con otros. La iglesia
continuó creciendo y teniendo favor con todo el pueblo. "Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser
salvos" (Hechos 2.47).
NOTARA EL ESTUDIANTE que hay tres cosas que sobresalen en este capitulo:
1. A los que creían
se les ordenó lo que debían hacer: arrepentirse y ser bautizados para perdón de
los pecados.
2. Lo que ellos
hicieron: los creyentes penitentes fueron bautizados.
3. Los resultados
obtenidos: fueron añadidos a la iglesia por Dios, y por lo tanto estaban en
Cristo, donde podían recibir toda clase de bendiciones espirituales.
PRUEBA DE LA LECCIÓN 9
Pregunta Número:
1. Los primeros
convertidos a la religión de Cristo se mencionan en el capítulo 3 del libro de
los Hechos. ¿Sí? ¿No?
2. En los primeros
cuatro versículos del capítulo 2 de Hechos vemos cómo Jesucristo envió sobre
los apóstoles el poder del Espíritu Santo. ¿Sí? ¿No?
3. Bajo el influjo
de este poder de lo alto, los apóstoles fueron guiados a toda la verdad y
autorizados para predicar a los hombres los términos del convenio de Dios con
los hombres. ¿Sí? ¿No?
4. Ninguno de la
multitud acusó a los apóstoles de estar borrachos. ¿Sí? ¿No?
5. Pedro predicó entonces
un sermón dirigido a concentrar el pensamiento del pueblo, para convencerlo de
que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios y el Mesías de la historia del Antiguo
Testamento. ¿Sí? ¿No?
6. Para probar esta
afirmación Pedro citó la Escritura del profeta Malaquías. ¿Sí? ¿No?
7. David subió a los
cielos, como dice Hechos 2.34, 35. ¿Sí? ¿No?
8. Pedro dijo "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de (¿quién?) para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo"?
9 Hechos 2.41 dice "se añadieron aquel
día como cien personas". ¿Sí? ¿No?
10. ¿Dice Hechos
2.36 "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a
este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y
Cristo". ¿Sí? ¿No?
11. El evangelio
(buenas nuevas) había sido predicado en profecía durante la dispensación
mosaica. ¿Sí? ¿No?
12 .Hechos 2.47
dice, "Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser
salvos". Y usted, ¿ya es
salvo, como Pedro mandó en Hechos 2.37,38? ¿Sí? ¿No?
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