lunes, 10 de marzo de 2014

Curso Basico De La Biblia

LECCIÓN 7

LOS DOS PACTOS

En el transcurso de la historia del mundo, Dios ha dado dos distintos pactos escritos al hombre. El primero fue la ley de Moisés, dada en el monte Sinaí. El segundo es la ley de Cristo, dada en el primer siglo de la Era Cristiana. Para comprender y apreciar justamente la ley divina que nos gobierna actualmente, es necesario tener un concepto adecuado de los dos pactos. Los dos pactos se denominan generalmente el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, la ley de Moisés y la ley de Cristo. La ley de Moisés era una legislación exclusiva, mientras que la ley de Cristo es universal. El antiguo pacto se refería exclusivamente a los judíos, sin tomar en cuenta a los hombres de otras naciones. Fue dado con el fin de preparar al mundo para recibir al Mesías, y mando aquel pacto cumplió su propósito, fue abrogado. Ningún hombre viviente en la actualidad tiene obligación de obedecer la ley antigua. Los mandamientos que gobiernan al mundo en nuestra era son las leyes del Nuevo Testamento.
En Gálatas 4:21, Pablo da una alegoría de dos mujeres: Agar y Sara, las dos esposas del patriarca Abraham en el Antiguo Testamento. Pablo nos dice que Agar es la representación del Antiguo Testamento o pacto, siendo Sara la representante del Nuevo Testamento. Nos recuerda que Agar la sierva fue echada del lado de Abraham y expresa textualmente en el capítulo 5, versículo 4: "De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído."
Acerca de la ley de Moisés Pablo dice también: "De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe" (Gálatas 3.24). El pacto mosaico con sus rituales, ceremonias, fiestas y ayunos, fue dado como guía hasta el tiempo en que Cristo viniera, y ahora que Cristo ya vino, la redención por medio de él es completa y no se necesita de la ley antigua.
En 2 Corintios 3.1-11, Pablo hace el siguiente razonamiento: "¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿0 tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros? Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será la que permanece".
La ley mosaica era la ministración de muerte, escrita y grabada en piedra. Cuando Moisés bajó del monte, habiendo recibido los diez mandamientos de Dios, su rostro brillaba de tal manera, demostrando así la evidencia de que había visto a Dios, que tuvo que cubrirlo con un velo. En este lugar por lo tanto, Pablo se refiere claramente a los dos pactos, y en forma sumamente categórica, afirma que una, la ley antigua, ya ha terminado, y que la otra, la nueva ley, es la que sigue en pie.
Al escribir a la iglesia de Efeso, Pablo se refiere a la distinción entre los gentiles y los judíos. "Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades" (Efesios 2.11-16).
En este pasaje es evidente que Pablo se refiere a que en tiempos pasados había habido algo que se interponía como una barrera infranqueable entre judíos y gentiles. Nos dice que la partición que vino a separarlos era una ley de mandamientos, contenida en ordenanzas - la ley mosaica - y que esta ley quedó abolida en la carne del Señor Jesús, y clavada por él en la cruz. Esto fue hecho con el fin de que judíos y gentiles fueran un hombre nuevo en Cristo, estableciéndose así la paz. En otro lugar, Pablo dice, hablando acerca de la obra de Cristo: ". . anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo. . . . "(Colosenses 2.14-16).
Pablo presenta su argumento, basándose en un muy conocido principio legal, para demostrar que el antiguo pacto está ya abolido. Sabemos que si una persona hace testamento, y después de algún tiempo hace otro testamento, entonces, al morir esa persona, su segundo, o tercero, o último testamento será el que tenga validez legal. Este será el que tome en cuenta su abogado para otorgar la herencia. Pablo dice:"Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive" (Hebreos 9.16-17). Dios hizo dos testamentos. Su Hijo murió después de que el segundo testamento había sido hecho. Por lo tanto, la voluntad de Dios y su segundo testamento (el Nuevo Testamento) es el válido, y que sirve para la dispensación de su gracia. En Hebreos 9.15, Pablo dice: "Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna". Hay un nuevo testamento, y un primer testamento. El Antiguo Testamento es el primer testamento; el Nuevo Testamento es el segundo. En Hebreos 10.9, se lee: "He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último".
El Antiguo Testamento fue inspirado por Dios, y no debemos despreciar lo que en él se encuentra escrito. Debemos estudiar y aprender las lecciones que nos presenta. Pero no es la ley que gobierna a los hijos de Dios en la actualidad. Esa ley antigua ordena guardar el sábado y ofrecer sacrificios de animales a Dios; ordena también la observancia de determinadas fiestas y ayunos. Es por todos reconocido como verdad incontestable que ya no estamos bajo la obligación de guardar esos mandamientos. La ley antigua era carnal, física. La nueva ley es espiritual. La ley antigua fue dada a los hombres para que comprendieran y apreciaran los valores espirituales y para que lucharan por conservar las cosas que son permanentes. Tenía un propósito definido y era necesaria; pero habiéndose cumplido ese propósito, fue abolida con la sangre de Cristo. Jesús dijo: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido" (Mateo 5.17,18). El Señor dijo por tanto, que la ley mosaica no sería destruida ni estaría fuera de efecto, hasta que todas las cosas de ella fuesen cumplidas. La palabra "hasta" es un vocablo de limitación. Si por ejemplo, se dice que una persona no podrá votar hasta que tenga veintiún años de edad, quedará sobreentendido naturalmente, que podrá votar cuando los haya cumplido. Entonces, debemos comprender que Jesús dijo que la ley seguiría en vigencia hasta que fuese cumplida. Cuando fue cumplida, lógicamente dejó de tener validez. Vemos ahora cómo también el Señor Jesús dijo que él no había venido a invalidar la ley sino a cumplirla. Cuando murió en la cruz, dijo: "Consumado es" (Juan 19.30). El había completado su obra, completado su misión y cumplido la ley.
El conocimiento y convicción de que estamos bajo el nuevo pacto y que ya no tenemos nada que ver con el antiguo es vital para llegar a alcanzar un conocimiento completo y adecuado de la Biblia. Asimismo, esto servirá para conocer con toda propiedad nuestras responsabilidades y deberes. No podemos recurrir al Antiguo Testamento para sacar de allí autoridad en asuntos religiosos. La ley que nos gobierna actualmente es la del Nuevo Testamento. Dediquémonos con toda diligencia al conocimiento de la ley con la cual tenemos obligaciones y a la que debemos obedecer.


PRUEBA DE LA LECCIÓN 7

Pregunta Número:
1. El primer pacto escrito que dio Dios fue el Nuevo Testamento. ¿Sí? ¿No?
2. El segundo pacto escrito dado por Dios a nosotros: ¿cuál fue?
3. La antigua ley es abolida, y queda en pie la nueva ley. ¿Sí? ¿No?
4. En Gálatas 4.21, Agar es la representación del Antiguo Testamento o pacto. ¿Quién es la representación del Nuevo Testamento?
5. Un testamento puede ser cambiado después de la muerte del que lo extiende. ¿Sí? ¿No?
6.¿ Cristo vino a cumplir qué?
7. Cuando fue cumplida, la ley antigua continuo teniendo validez. ¿Sí? ¿No?
8. Cristo vivió todavía bajo el antiguo pacto. ¿Sí? ¿No?
9. ¿La antigua ley sirvió como maestro de escuela o ayo para llevar los hombres a quién?
10. Deuteronomio 18.15 dice: "Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis". ¿Sí? ¿No?
11. La antigua ley sirvió de barrera entre el judío y el gentil. ¿Sí? ¿No?

12. ¿Es provechoso estudiar las lecciones que nos da el Antiguo Testamento? ¿Sí? ¿No?

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