miércoles, 18 de diciembre de 2013

Cristo, el sacrificio perfecto, nuestro sumo sacerdote.
Escrituras:  Ex. 25-27; He. 4:14-16; He. 8:1-7; He. 9:11; He. 9:23-28; He. 10:1-14; I P. 2:5; Mt. 27:51.




Propósito:
1.      Mostrar que el sacrificio de Cristo de dar su vida y su sangre, es la única ofrenda que salvara el alma del hombre..
2.      Mostrar que la ofrenda anual de animales que el sumo sacerdote llevaba a cabo, nos señalaba hacia Cristo, pero no servían para salvar el alma del hombre.

Hechos Bíblicos: 

Durante los días antes de que Jesús viniera a esta tierra, la gente tenía temor de acercarse a Dios porque sus vidas estaban llenas de pecado.  Dios escogió un grupo de hombres para que fueran sacerdotes.  Los sacrificios que los sacerdotes ofrecían a Dios, servían de vínculo que acercaba a la gente con Dios.

En un principio Aarón y sus descendientes fueron los sacerdotes.  Después la tribu de los levitas fue dedicada exclusivamente para el sacerdocio.  De entre los sacerdotes escogían a uno para que se hiciera cargo de todos ellos y al cual se le conocía como el sumo sacerdote.

En el día de expiación, el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo en el tabernáculo.  Este era el lugar que Dios había escogido para reunirse con el sumo sacerdote y recibir el sacrificio por los pecados.  Un velo cubría la entrada del Lugar Santísimo, la morada de Dios.  Todo esto pertenece a la antigua ley, la ley de Moisés.

Cuando Jesús murio en la cruz, una nueva ley se inició, la ley de Cristo.  La Biblia nos enseña que hoy todo cristiano forma parte de un sacerdocio santo (I P. 2:5) y que Jesús es nuestro sumo sacerdote.  Jesús es nuestro sumo sacerdote.  Jesús como nuestro sumo sacerdote es mejor que el sumo sacerdote que actuaba bajo la antigua ley de Moisés, por diversas razones.

Primero que nada, el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo hecho con manos humanas.  Jesús entró al cielo (He. 9:24).

Segundo, el sumo sacerdote ofrecía la sangre de los animales (He. 9:25; He. 10:4 y 11).  Jesús ofreció su propia sangre (He. 10:10-19).

Tercero, el sumo sacerdote tenía que repetir el mismo sacrificio cada año (He. 10:1 y 11).  Jesús ofreció una sola vez un solo sacrificio (He. 10:12 y 14).

Cuarto, bajo la antigua ley, el sumo sacerdote intercedía con Dios por las gentes cuando cometían pecados.  Ahora Jesús, nuestro sumo sacerdote, intercede con Dios por nosotros cuando pecamos.

No debemos tener temor, sino que debemos permitir que Jesús sea nuestro sumo sacerdote.

Recordemos que Jesús vivió aquí sobre la tierra.  Fue pobre.  Sufrió hambre, persecución y afrentas físicas del mismo modo que muchos de nosotros podríamos sufrir o hemos sufrido.  Jesús tiene conocimiento de todo lo que sentimos (He. 4:14-16).

Ilustración:

Mercedes y Fernando, que eran hermanos, habían desobedecido a su mamá.  Eran buenos chicos, y por eso se sentían muy tristes al haber pecado tanto en contra de su mamá como de Dios.  Especialmente porque no sabían como podrían ser perdonados por sus pecados.

De pronto recordaron lo que habían aprendido durante la lección bíblica el domingo por la mañana.  Habían llegado algo tarde y pudieron escuchar solamente la última parte de la lección, o sea cuando la maestra les había dicho acerca de como los israelitas acostumbraban ofrecer la sangre de toros y machos cabríos para que sus pecados fuesen perdonados.  Entonces decidieron ofrecer una cabrita que tenían, como sacrificio.

Cuando Mercedes y Fernando estaban a punto de amarrar a la cabrita, uno de los compañeros que había estado en la misma clase de la Biblia, pasó por ahí.  Y les preguntó que era lo que estaban haciendo.  Mercedes y Fernando le dijeron cuales eran sus intenciones con lágrimas en los ojos, pues querían mucho a su animalito.

“¡Oh, no!” les gritó el amiguito.  “Eso no les ayudará en lo absoluto, pues nosotros vivimos bajo la ley de Jesucristo.  El es el único que por medio de su sacrificio podrá borrar nuestros pecados.”

“¿Cómo podemos ser perdonados?” los niños preguntaron.

“Ustedes deben obedecer a Jesús como su Salvador y adorarle y servirle por el resto de sus vidas,” el amigo contestó.  Al oír esto los niños sintieron como si un peso se les hubiera quitado de encima y oraron en acción de gracias por todas las cosas que Jesús había hecho por ellos y por todo aquél que le obedece.

Aplicación:

El sacrificio de Jesús fue en todo aspecto superior al sacrificio que el sumo sacerdote del antiguo Testamento hacía.  Por ser el sacrificio de Jesús perfecto, solamente un sacrificio era necesario.  Y porque su sacrificio es perfecto, puede salvar nuestras almas.




Versículo para memorizar:

“Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.”
--Hebreos 9:24






Preguntas:

1.      ¿Quienes fueron los primeros sacerdotes?  Ex. 28:1



2.      Más tarde los sacerdotes fueron de la tribu de los ____________.  Nm. 8:14-15



3.      ¿Quién es nuestro sumo sacerdote ahora?  He. 4:14



4.      Bajo la antigua ley, el sumo sacerdote entraba al tabernáculo hecho con manos humanos.  He. 9:6-7
Falso     o     Verdadero



5.      Jesús, nuestro sumo sacerdote, entró en ___________.  He. 4:14



6.      Por medio del sacrificio de Jesús, nos es posible entrar a los cielos.  He. 9:26-28
Falso     o     Verdadero



7.      ¿Qué sucedió en el templo cuando Jesús murió?  Mt. 27:51




8.      ¿Por cuánto tiempo será Jesús nuestro sumo sacerdote?  He. 5:6
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Cristo, el sacrificio perfecto, nuestro sumo sacerdote.

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