miércoles, 18 de diciembre de 2013

Las riquezas que tenemos en Cristo
Escrituras: Hch. 7:47-50; Stg. 2:1-9; 1 Ti. 6:17-18; 2 Cr. 2, 3, 4, 5; Ef. 2:19-22; Is. 66:1-2





Propósito: Mostrar que Dios aprecia nuestra morada espiritual mucho más que el ostentoso templo de Salomón.

Hechos Bíblicos: 

El rey David era un hombre verdaderamente dedicado a Dios.  Antes de morir nombró a su hijo Salomón como su sucesor o sea rey de Israel.  Le encargó con la responsabilidad de construir un templo para que Dios pudiera habitar en el.

David había escogido el monte Moriah en Jerusalén, como el lugar donde se habría de construir el templo.  Así mismo había acumulado grandes cantidades de dinero y materiales para su construcción.

El templo debe haber sido uno de los lugares más hermosos en todo Israel.  Adornado con grandes cantidades de oro, plata, bronce, y hierro (1 Cr. 22:14).  Además se usaron muchas piedras preciosas, mármol, maderas y linos muy finos y diversas telas muy valiosas.

Las paredes del templo fueron construidas de piedra.  Obreros muy hábiles deben haber colocado las piedras de tal manera que no había rastro alguno de que hubiesen utilizado herramientas de ninguna clase (1 R. 6:7).

Aun cuando este era el templo, un lugar lleno de riquezas, y muy hermoso, era aún obra que los hombres habían hecho.  Comparado con la creación de Dios, ¿Cómo puede ser algo más grandioso y rico?  (Is. 66:1-2)

Cristo ahora nos provee con un templo que El ha construido y que es muy fino y muy rico.  Es el lugar donde El mora.  Es eterno.  Todo aquél que cree y ha sido bautizado forma parte de ese templo.  Nosotros somos las piedras de ese templo y Jesucristo es la piedra principal del ángulo que nos asegura a los cimientos (Ef. 2:19-22).

Santiago en su epístola nos dice que el valor de un hombre no se juzga por la riqueza de sus vestiduras o por la cantidad de dinero que posee, o por lo lujoso del lugar donde adora a Dios.  Nos dice que seamos ricos en nuestra fe, y por medio de ella seremos herederos del reino que se nos ha prometido.

Dios les hace una advertencia especial a los ricos, diciéndoles que no pongan esperanza en los bienes materiales.  Porque del mismo modo que el templo de Salomón se derrumbó y fue destruido, así, los bienes materiales pueden desaparecer (Lea 1 Ti. 6:17-18).

Pero el templo del cual formamos parte ahora durará eternamente.  Y todos nosotros que ponemos nuestra fe en Cristo podremos gozar de las riquezas contenidas en ese templo.

Ilustración: 

Había una vez un anciano que vivía en una casita en las a fueras del pueblo.  Este anciano tenía un amigo que era un jovencito llamado Tomás.  Tomás acostumbraba ir a visitar al anciano todos los días cuando venía de regreso de la escuela.  El anciano esperaba con ansiedad cada visita de Tomás.  Y solía sentarse a la puerta de su casita a esperarlo.

Uno de esos días, el anciano tenía un obsequio para Tomás era un silbato que había tallado en madera.  A Tomás le dio mucho gusto recibir este regalo y se sentía muy orgulloso de el.  Pero al mostrárselo a sus compañeros de la escuela al día siguiente día, estos le hicieron burla y nada más se rieron de él.

Algunos años más tarde, cuando el anciano ya había fallecido, un comerciante vino al pueblo donde vivía Tomás.  Andaba en busca de diversos objetos que pudiera vender en su negocio en la ciudad.  Al ver el silbato de Tomas, ofreció comprarlo de inmediato.  Le propuso pagarle muy bien por el, pero Tomás rehusó venderlo.

¿Saben ustedes por qué Tomás se negó a venderlo?

Aplicación:  

Una lección que podemos aprender es que la apariencia exterior de cualquier cosa o persona de ninguna manera nos da idea exacta del verdadero valor.

Que Dios no se impresiona con las riquezas que pudiéramos obtener en esta vida, sino que está interesado en nuestro amor y nuestra devoción hacia El, hacia su Hijo Jesucristo y hacia nuestros semejantes.

Versículo para memorizar: 


“Hermanos míos amados, oíd:  ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que la aman?”
--Santiago 2:5

Preguntas:

1.      ¿Dónde se construyó el templo de Salomón?  2 Cr. 3:1


2.      Nombre algunos de los materiales que se utilizaron en su construcción.  1 Cr. 22:14



3.      ¿Qué tan importantes son las riquezas materiales a los ojos de Dios?



4.      ¿Podemos juzgar el valor de algún objeto por su apariencia?


5.      Nos juzga Dios por medio de nuestra apariencia exterior?


6.      ¿Cuánto nos durarán nuestros bienes materiales?



7.      ¿Cuáles son las riquezas que poseemos que perdurarán eternamente?



8.      ¿Qué debemos hacer para obtener esas riquezas?




9.      ¿Con quién debemos compartir estas riquezas?  1 Ti. 6:17-18

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Las riquezas que tenemos en Cristo

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