Las
riquezas que tenemos en Cristo
Escrituras:
Hch. 7:47-50; Stg. 2:1-9; 1 Ti. 6:17-18; 2 Cr. 2, 3, 4, 5; Ef. 2:19-22; Is.
66:1-2
Propósito: Mostrar que Dios aprecia nuestra morada espiritual mucho más que el
ostentoso templo de Salomón.
Hechos Bíblicos:
El
rey David era un hombre verdaderamente dedicado a Dios. Antes de morir nombró a su hijo Salomón como
su sucesor o sea rey de Israel. Le
encargó con la responsabilidad de construir un templo para que Dios pudiera
habitar en el.
David
había escogido el monte Moriah en Jerusalén, como el lugar donde se habría de
construir el templo. Así mismo había
acumulado grandes cantidades de dinero y materiales para su construcción.
El
templo debe haber sido uno de los lugares más hermosos en todo Israel. Adornado con grandes cantidades de oro,
plata, bronce, y hierro (1 Cr. 22:14).
Además se usaron muchas piedras preciosas, mármol, maderas y linos muy
finos y diversas telas muy valiosas.
Las
paredes del templo fueron construidas de piedra. Obreros muy hábiles deben haber colocado las
piedras de tal manera que no había rastro alguno de que hubiesen utilizado
herramientas de ninguna clase (1 R. 6:7).
Aun
cuando este era el templo, un lugar lleno de riquezas, y muy hermoso, era aún
obra que los hombres habían hecho.
Comparado con la creación de Dios, ¿Cómo puede ser algo más grandioso y
rico? (Is. 66:1-2)
Cristo
ahora nos provee con un templo que El ha construido y que es muy fino y muy
rico. Es el lugar donde El mora. Es eterno.
Todo aquél que cree y ha sido bautizado forma parte de ese templo. Nosotros somos las piedras de ese templo y
Jesucristo es la piedra principal del ángulo que nos asegura a los cimientos
(Ef. 2:19-22).
Santiago
en su epístola nos dice que el valor de un hombre no se juzga por la riqueza de
sus vestiduras o por la cantidad de dinero que posee, o por lo lujoso del lugar
donde adora a Dios. Nos dice que seamos
ricos en nuestra fe, y por medio de ella seremos herederos del reino que se nos
ha prometido.
Dios
les hace una advertencia especial a los ricos, diciéndoles que no pongan
esperanza en los bienes materiales.
Porque del mismo modo que el templo de Salomón se derrumbó y fue
destruido, así, los bienes materiales pueden desaparecer (Lea 1 Ti. 6:17-18).
Pero
el templo del cual formamos parte ahora durará eternamente. Y todos nosotros que ponemos nuestra fe en
Cristo podremos gozar de las riquezas contenidas en ese templo.
Ilustración:
Había
una vez un anciano que vivía en una casita en las a fueras del pueblo. Este anciano tenía un amigo que era un
jovencito llamado Tomás. Tomás
acostumbraba ir a visitar al anciano todos los días cuando venía de regreso de
la escuela. El anciano esperaba con
ansiedad cada visita de Tomás. Y solía
sentarse a la puerta de su casita a esperarlo.
Uno
de esos días, el anciano tenía un obsequio para Tomás era un silbato que había
tallado en madera. A Tomás le dio mucho
gusto recibir este regalo y se sentía muy orgulloso de el. Pero al mostrárselo a sus compañeros de la
escuela al día siguiente día, estos le hicieron burla y nada más se rieron de
él.
Algunos
años más tarde, cuando el anciano ya había fallecido, un comerciante vino al
pueblo donde vivía Tomás. Andaba en
busca de diversos objetos que pudiera vender en su negocio en la ciudad. Al ver el silbato de Tomas, ofreció comprarlo
de inmediato. Le propuso pagarle muy
bien por el, pero Tomás rehusó venderlo.
¿Saben
ustedes por qué Tomás se negó a venderlo?
Aplicación:
Una
lección que podemos aprender es que la apariencia exterior de cualquier cosa o
persona de ninguna manera nos da idea exacta del verdadero valor.
Que
Dios no se impresiona con las riquezas que pudiéramos obtener en esta vida,
sino que está interesado en nuestro amor y nuestra devoción hacia El, hacia su
Hijo Jesucristo y hacia nuestros semejantes.
Versículo para
memorizar:
“Hermanos míos amados, oíd: ¿No
ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y
herederos del reino que ha prometido a los que la aman?”
--Santiago 2:5
Preguntas:
1.
¿Dónde se construyó el templo de
Salomón? 2 Cr. 3:1
2.
Nombre algunos de los materiales
que se utilizaron en su construcción. 1
Cr. 22:14
3.
¿Qué tan importantes son las
riquezas materiales a los ojos de Dios?
4.
¿Podemos juzgar el valor de algún
objeto por su apariencia?
5.
Nos juzga Dios por medio de
nuestra apariencia exterior?
6.
¿Cuánto nos durarán nuestros
bienes materiales?
7.
¿Cuáles son las riquezas que
poseemos que perdurarán eternamente?
8.
¿Qué debemos hacer para obtener
esas riquezas?
9.
¿Con quién debemos compartir estas
riquezas? 1 Ti. 6:17-18
descargar este estudio
Las riquezas que tenemos en Cristo |
0 comentarios:
Publicar un comentario