miércoles, 18 de diciembre de 2013

La unidad que existe en la iglesia del Señor
Escrituras:  Ef. 4:1-16; Jn. 3:16; Ro. 6:3-7; Ro. 1:20-21; 1 Co. 1:10.




Propósito: Mostrar como cada uno de nosotros debe ver las capacidades o facultades que Dios nos ha otorgado como instrumento de unificación y edificación del cuerpo, el cual es la iglesia.

Hechos Bíblicos:

En lecciones anteriores hemos aprendido que el cuerpo es la iglesia o el reino (Col. 1:18).  Hay un solo cuerpo con una sola cabeza.  Cristo es la cabeza de ese cuerpo, la iglesia (Ef. 1:22-23).  Si hay un solo cuerpo, entonces hay solamente una iglesia.  Esto quiere decir que no debe haber más de una iglesia.  La Biblia también nos enseña que no debe haber divisiones (1 Co. 1:10).  Léase Ef. 4:1-15.

Hay un Espíritu, el Espíritu de Dios.  En nuestra última lección, aprendimos como Dios da su Espíritu a cada cristiano y como Dios mora en cada uno de ellos.  Hay también una sola esperanza, la cual es en Cristo.  Debemos confiar en la fortaleza de Cristo para vivir nuestras vidas, y esperar con ansiedad nuestra resurrección con él.  Esta esperanza en la vida eterna le da un propósito a nuestras vidas.  Es la oportunidad de seguir  adelante porque tenemos la esperanza de una vida mejor si dependemos de Cristo y nos conservamos fieles a él.  El es nuestro Señor.  No podemos esperar ser salvos de nuestros pecados sino a través de Cristo.  ¿Recuerdan ustedes que aprendimos que Jesús derramó su sangre sin pecado por nosotros?  Ningún otro sacrificio hubiera sido suficiente, porque todos los demás hombres han pecado.  Pero Jesús nunca pecó; él es el Hijo de Dios.  (Jn. 3:16).

Así es como tenemos la esperanza en el Señor.  Confiamos en que él cuidará de nuestras necesidades en esta vida, y nos dará vida eterna después de nuestra muerte.  Cuando la vida se nos muestra difícil y no comprendemos el por qué, confiémos en que Dios resolverá los problemas de acuerdo con lo que es más conveniente para nosotros y continuémos obedeciéndole (Ro. 8:28).  Solamente nuestra fe en Dios nos mantiene obedientes hacia él (He. 11:4-17).  Todos los grandes hombres del Antiguo Testamento fueron inspirados por la fe en su obediencia (He. 11:6; Gá. 5:6).  Se nos justifica por nuestra fe, porque nuestra fe nos guía hacia obediencia y hacia Cristo.

Hay un solo bautizo.  Recuerden que el bautizo se lleva a cabo debido a la fe.  El bautizo es para la remisión de los pecados (Ro. 6:3-11).  El bautizo constituye una inmersión.  En todos los escritos originales la palabra “bautizo” significaba inmersión.  En el bautizo somos enterrados con Cristo en su muerte y resucitados a una nueva vida como lo fue él.

Versículo para memorizar:

“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.”
--1 Corintios 1:10


Ilustración:

Marcos tenía un perro llamado Lobo al cual quería mucho.  Perro Lobo se hizo viejo y finalmente murió.  Marcos decidió enterrar a Lobo en el jardín de su casa, de ese modo podía sentirse como que su amigo estaba cerca.  Hizo un hoyo y después de envolver cuidadosamente el cuerpo de su perro Lobo, lo enterró.  ¿Cómo creen ustedes que Marcos enterró a su perro Lobo?  ¿Lo puso en el hoyo y le puso un poquito de tierra?  O tal vez de otra maceta le echó un poco de tierra.  No, no fue eso lo que hizo.  Cubrió el cuerpo del perro completamente.  Esto es exactamente lo que hacemos, cuando al estar muertos en el pecado, y para limpiarnos, se nos sumerge completamente en el agua a semejanza de la muerte de Cristo (Ro. 6:4).  No se nos rocía solo un poquito de agua.  O se nos echa un poquito de una jícara.  Se nos cubre totalmente, como el perro de Marcos.  Recuerden que la merte de Cristo fue cuando derramó su sangre y esta sangre fue para limpiarnos del pecado, para con ella lavar los pecados y hacerlos desaparecer.  El bautizo es una semejanza de la muerte de Cristo, de como fue sepultado y de su resurrección.

Algo para meditar:

Hay un solo Dios.  Algunas gentes creen que hay más de un Dios (O quizá que no hay Dios), pero los cristianos saben que hay un solo Dios.  Lo sabemos cuando contemplamos las cosas que Dios ha creado (Ro. 1:19 y 20).  Cuando la gente no cree en Dios, comienzan a sentirse ellos mismos sus propios dioses; llenos de vanidad y falta de agradecimiento.  Creen que tienen tanta sabiduría que realmente actúan como tontos (Ro. 1:22).  Estas gentes también pueden ser como los que se comen la fruta de un árbol, después cortan el árbol para construir su casa, queman otra parte para cocinar su comida y protegerse del frío, luego del resto tallan una imagen y se inclinan ante ella y la llaman su dios.

Dentro de un cuerpo cada miembro tiene diferentes funciones, del mismo modo que el cuerpo humano con sus miembros y sus diferentes funciones.  El ojo no puede realizar el trabajo de la mano, o la mano no puede funcionar como el pie, o el pie como el corazón.  Así mismo cada miembro del cuerpo de Cristo es importante porque es diferente de todos los demás.  Algunos son maestros, otros son diáconos, ministros, los que están a cargo de ayudar a los enfermos, etc.  Cada una de estas tareas aunque sea pequeña es necesaria para el funcionamiento del cuerpo entero (Ef. 4:15-16).

En los días del principio de la iglesia, dones especiales fueron otorgados.  Jesús envió a sus apóstoles el Espíritu Santo con un propósito muy especial (Hch. 1:8).  Para establecer su reino sobre la tierra, los apóstoles tenían la tarea de mostrar al mundo que ellos eran verdaderamente enviados de Dios; por ello Dios les otorgó la misma clase de poderes que Cristo había mostrado durante su estancia sobre la tierra, o sea el poder de sanar al enfermo, de resucitar al muerto, de hablar en lenguas, de profetizar, etc.  En Hechos 10, Dios envió un don especial para mostrar que los Gentiles también podían formar parte del Reino de Cristo del mismo modo que los judíos.  Esto era para que los judíos aceptaran a los gentiles como participantes de ese reino.  Una vez que estos principios fueron comprendidos, y el reino establecido y todos los sucesos recolectados en las escrituras, no hubo necesidad de más poderes milagrosos.  Ahora podemos creer en la palabra escrita sin creer en más pruebas milagrosas, por los hombres.

Dios nos ha mostrado claramente que él tiene un Hijo (Jn. 3:16) y que hay un plan para su gente.  Para ser salvo por medio de Cristo debemos estar en Cristo, o sea en el cuerpo de Cristo.  Para ser obediente debemos hablar las mismas cosas que Dios habla por medio de su Palabra.  Esta es la verdadera unidad.

Preguntas:

1.      ¿Quién es la cabeza del cuerpo?  Col. 1:18


2.      ¿Cuántos hijos tiene Dios?  Jn. 3:16



3.      ¿Qué es fe?  He. 11:1


4.      ¿Qué causó que Abraham obedeciera a Dios?  He. 11:8-9


5.      ¿Para qué es el bautizo?  Hch. 2:38


6.      ¿Cuál es el don que siempre se recibe durante el bautizo?  Hch. 2:38


7.      ¿Qué nos muestra que Dios es real?  Ro. 1:20



8.      ¿Por qué eran ciertos dones especiales necesarios cuando el reino estaba siendo establecido?  Vea la lección.

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