miércoles, 18 de diciembre de 2013

La forma en que el tabernáculo apuntaba al cielo
Ex. 25-27; Ex. 30:20-21; He. 8-10; 1 Co. 10:11; Ro. 15:4;
Gá. 3:24; Hch. 2:38; 1 P. 2:5 & 9; Ro. 12:1; Sal. 119:105




Propósito: Mostrar que el tabernáculo del antiguo convenio así como la forma de adorar en él, señalan en dirección del cielo y de la iglesia.

Hechos Bíblicos: 

Hace mucho tiempo, en los días de Moisés, Dios deseaba una morada entre su pueblo, los israelitas.  Por tanto le dijo a Moisés que construyera el tabernáculo (Ex. 25:8-9).  Y le dio instrucciones de como llevar este proyecto a cabo.  Dios tenía un plan (Ex. 25:27).  Y Dios también quería que este tabernáculo constituyera el modelo para las cosas que su Hijo Jesús algún día enseñaría a la gente, cuando viniera a vivir sobre la tierra.  Quería que fuera el modelo del verdadero tabernáculo, que es la iglesia, y para indicar la santidad del trono de Dios en el cielo (He. 8-10).  Sabemos que Dios verdaderamente vino.  Dios le indicó a Moisés lo que debía poner en este tabernáculo.  Veamos la descripción del tabernáculo al hacer nuestro estudio.  Tratemos de comprender el significado de las cosas que contenía en comparación con la iglesia.

El tabernáculo era tres veces más largo que su anchura.  La altura medía lo mismo que la anchura.  Se había puesto un velo en el interior que dividía el tabernáculo exactamente en una tercera parte de la distancia de su longitud.  Por tanto esta sección tenía las mismas medidas en longitud, anchura y altura.  Esta parte constituía el lugar santísimo y ahí se guardaba el acta del pacto (o testimonio).  Pacto significa convenio, tratado, promesa, y Dios había prometido bendiciones a los israelitas si obedecían sus mandamientos.  Sobre el arca había un propiciatorio desde donde Dios hablaría con el sumo sacerdote (Ex. 25:22).

Una vez al año, el sumo sacerdote ofrecía la sangre de un becerro para expiación de sus propios pecados y los de su familia, y la sangre de un macho cabrío para la expiación de los pecados del pueblo.  Y esa sangre sería esparcida sobre el propiciatorio.  El Lugar santísimo se encontraba en el extremo oeste del tabernáculo.  (Lv. 16:6-15)
La sección al este del lugar santísimo era dos veces en longitud lo que era de anchura, y exactamente tan alto como ancho.  Esta parte era llamada el lugar santo.  Contenía tres cosas:  el candelabro de oro, la mesa para el pan de la proposición y el altar del incienso que estaba cerca del velo (He. 9:2; Ex. 30:1-6).  Los sacerdotes comunes entraban a esta parte todos los días para ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo.  En la parte exterior de estas dos secciones del tabernáculo, había un recinto que medía dos veces en longitud que la anchura; este era el atrio del tabernáculo.  Aquí era donde se mataban los animales que luego eran quemados en el altar para las ofrendas como holocausto.  Este altar se encontraba al frente del tabernáculo.  Entre el altar y el tabernáculo había una fuente de bronce que contenía agua y en la cual los sacerdotes se lavaban las manos y los pies antes de entrar al lugar santo.  Esto era un mandamiento de Dios, el que se lavaran o morirían (Ex. 30:17-21).  Cuando Dios les dio estas instrucciones a los sacerdotes israelitas, ellos comprendieron que debían obedecer su voluntad al pie de la letra y con exactitud para poder ser agradables a los ojos de Dios.

Sabían que Dios les había dado una promesa de que algún día de la simiente de Abraham todas las naciones del mundo serían bendecidas (Gn. 22:18).  Pero lo que no sabían era que los ritos que habían sido ordenados que siguieran bajo la ley de Moisés, constituían la sombra o el modelo de algo mucho más grandioso.  Esto sería revelado cuando el Hijo de Dios, Jesucristo, viniera a esta tierra (He. 9:11; 9:24, 10:10).  En seguida veremos como algunas de las formas de culto en el tabernáculo constituyen la sombra o modelo de lo que hoy tenemos y se nos enseña.  Pablo escribió en Romanos 15:4, Gálatas 3:24 y I Co. 10:11 de como la antigua ley nos ayudaría a ver el camino de Dios.

Para ser añadido a la iglesia de Cristo, debemos ser bautizados con agua para la remisión de nuestros pecados (Hch. 2:38), del mismo modo que los sacerdotes se tenían que lavar las manos y los pies para desbacerse de todo lo sucio antes de entrar al Lugar Santo (Ex. 30:20-21).  La acción de lavarse era como el bautizo de hoy y el lugar santo era como la Iglesia (Lea He. 10:22 donde se nos habla de esto mismo.)

Una vez que los sacerdotes se habían lavado, ya podían entrar al lugar santo y podían ofrecer sacrificios a Dios delante del altar del incienso, bajo la luz del candelabro y podían comer el pan de le proposición.  En 1 Pedro 2:5 & 9 nos dice que los cristianos son un sacerdocio santo porque son un linaje escogido y como sacerdotes pueden ofrecer sacrificios espirituales y pueden presentar sus cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Ro. 12:1; 1 P. 2:5).  Así que cuando una persona entra en Cristo como miembro de su iglesia y ofrece su vida y servicio a Cristo, se le puede comparar al sacerdote israelita que entraba al lugar santo y ofrecía sacrificios en el altar de incienso.

La palabra de Dios es como el candelabro de oro en el lugar santo.  En Sal. 119:105 leemos acerca de la palabra de Dios:  “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.”  La mesa con el pan de la proposición puede ser comparada a la cena del Señor, la cual fue instituida para llevarla a cabo por los cristianos en el primer día de la semana.

Al sumo sacerdote de los israelitas se le puede comparar con Cristo:  la sangre que el sacerdote esparcía una vez al año, con la muerte de Cristo y la sangre que derramó por nosotros en la cruz.  El lugar santísimo es como el cielo donde Cristo ha ido para interceder por nosotros desde el propiciatorio (lea He. 8, 9, y 10).  De este modo vemos como podemos aprender cuando tratamos de comprender lo que la ley antigua enseña y a través de este llegar a Cristo como el versículo en Gá. 3:24 nos dice.

Ilustración: 

Alejandro esperaba con ansiedad la llegada del día en que el pueblo tendría la fiesta tan esperada.  Hacía ya muchos días que el niño había notado algo que tenía la forma de un toro, pero estaba cubierto y que había sido colocado en una de las colinas a las orillas del pueblo para que nadie lo molestara.  Al mencionárselo a su papá, éste le dijo que era una sorpresa y que no debía acercarse a investigar.  Por fin la noche de la fiesta llegó.  Alejandro y su papá se dirigieron hacia el objeto misterioso que parecía toro y cuya sombra se esparcía sobre la calle.  De pronto la gente dio gritos de sorpresa y Alejandro pudo ver, al ser el objeto descubierto, que era una gran piñata con mucha fruta para toda la gente.  Era algo mejor de lo que había esperado.

Alejandro reflexionó por un momento:  “Esto es como el antiguo pacto de Dios y el tabernáculo.  Era algo bueno durante la espera, pero ahora que puedo ver lo que es, es aún mejor”.  La piñata con todas las cosas buenas que contenía, podría compararse con Cristo y la iglesia.

Versículo para memorizar: 

“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron  a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.”
--Romanos 15:4

Preguntas:

1.      Nombre tres de las cosas que se encontraban en el tabernáculo.

2.      El sumo sacerdote puede ser comparado a Cristo en su oficio.
Falso     o     Verdadero

3.      La lavada de los pies y de las manos de los sacerdotes es como:
¨      bautizo
¨      oración
¨      ofrendas

1.      ¿Qué cosa separaba el lugar santísimo del lugar santo?  He. 9:2-3


2.      ¿Cuál es nuestro candelabro en la actualidad?  Salmos 119:105


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